lunes, 9 de enero de 2012

Ola de calor

Cuento escrito para concurso en periodico. (por favor, ponga zoom!!)

En el punto mas caliente del mas caliente de los veranos que recordaban en el pueblo, habian muerto tantos animales que el aire estaba ahogado de podredumbre.
Inicio como todos los veranos: seco, ardiente y con temperaturas inverosimiles. Ya se habia dado el caso de que murieran algunos pajaros, pero aquel anho llovian sus cadaveres y los pollos, antes de morir, se volvian locos tratando de sacarse a picotazos el suplicio de su abrigo perpetuo. Las vacas empezaron a fallecer casi al mismo tiempo que el alquitran de la carretera se derretia, de modo que se hizo imposible transitarla, fundidad como estaba y obstaculizada por los enormes cuerpos vacunos. Y mientras los ganaderos lloraban de frustracion y calor, los agricultores hacian danzas y rituales tratando de llamar a la lluvia, no para salvar sus cultivos, sino para evitar que se incendiasen. 
La sequia se habia prolongado por tres meses ininterrumpidos, por lo cual las amas de casa, en un intento desesperado, adoptaron la modalidad de echar a las calles el agua con que lavaban su ropa para aumentar la humedad. En consecuencia, el torrente arrastro a los animales muertos, provocando una marea nauseabunda que causo todo tipo de infecciones. 

Algunas calles del pueblo eran de arena, por lo que resultaban menos inclementes, y las aceras, colmadas de cupesi, facilitaban el transito peatonal. Sin embargo, cuando los habitantes del pueblo se dieron cuenta de la temperatura historica que dia a dia se registraba, rara vez volvieron a caminar.
Las casas se mantenian cerradas durante el dia para que no escapase el efimero frescor de la noche, al cual invitaban a entrar cuando declinaba el sol con puertas y ventanas abiertas. Una de esas casas era la preciosa morada de Emilia Barbery, una dulce y graciosa senhora de ochenta anhos que, a pesar de la edad, se mantenia tan lucida y activa como siempre.

Tenia un sentido del humor picaro y veloz, pero a pesar de su perspicacia, veia al projimo con la transparencia y amabilidad de un ninho. Hacia los mejores tamales y esa era su ocupacion desde que se jubilo de maestra. Nunca saco cuentas ni le interesaban precios ni valores, de modo que no sabia en realidad si ganaba o perdia con su produccion, y a pesar de la preocupacion de sus cinco hijos al respecto,nunca acepto usar un cuaderno con el debe y el haber ni abandono la devocion por sus envueltos de maiz y queso. No aceptaba invitaciones para almuerzos ni dias de campo, mucho menos los domingos, por la simple razon de esperar a la clientela segura que desde la reja le gritaba: "Senhora, hay tamales?".
Vivia sola, pero nunca le faltaba la companhia de su hija menor, Lucia, su yerno y sus dos nietos, quienes habitaban una casa separada de la suya por solo una pared y trabajaban en la ampliacion de esta, donde tenian una notaria de fe publica.
_Hace demasiado calor _repetia Adelita, la hija mayor de Lucia Suarez, una y otra vez mientras se ventilaba energica con la mano. Lo decia mientras tomaba un cafe sin azucar y con agua al natural. Toda la familia estaba reunida alrededor de la mesita de la sala como cada dia al atardecer, continuando con una costumbre centenaria y casi sagrada que solo podia interrumpirse por motivo de muerte o enfermedad terminal. Lucia Suarez habia heredado de su madre, y su hijo Guillermo de ella, una piel de madera y sangre de reptil que la libraba del calor, el frio, el suenho, el hambre, la impaciencia y todas las incomodidaes de los hombres y los animales. Pero muy al contrario, su marido Peter Rau y su hija sufrian la maldicion de sentir mucho mas calor que la gente normal. 
Peter Rau descendia de una familia alemana que se habia desperdigado por todo Sudamerica hacia casi un siglo. Cuando era joven, solia renegar de su tatarabuelo, quien tomo la mala decision de asentarse en ese horno de pueblo, pero cuando fue a la capital de la provincia a estudiar la carrera de derecho, conocio a Lucia Suarez y descubrio que ella tambien vivia alli, comprendio que su ascendencia solo habia colaborado con el curso de su buen destino. 
Al terminar sus estudios, volvieron a su tierra natal, se casaron y lo vieron todo mas hermoso, pero tambien mas caliente, por lo que decidieron irse a vivir a los valles templados. Ahi tuvieron a Adelita y, once anhos despues, a Guillermo, pero luego de su nacimiento, tan solos y aburridos como estaban, decidieron volver a la familia y los amigos del pueblo para darle otra oportunidad al amor. 
Adelita siempre fue un poco diferente. tenia una habilidad excepcional para contar historias, magnificarlas, fantasear y aun asi lograr que le creyeran cada palabra. Su vida siempre habia estado banhada de arte: era una melomana incurable, aunque nunca aprendio a tocar un instrumento y cantar como gato, y a pesar de su suenho de estudiar arte y su talento con la pintura, el rigor paterno la sometio a la carrera de derecho. Su unico consuelo fue cursarla en la capital del pais, una gran y moderna ciudad sumida en un perpetuo invierno donde, su intelecto se encontro con el mundo. 
_Como me gustaria aprender a tocar la guitarra! _exclamo con pesar Emilia Barbery, de repente y sin dirigirse a nadie_ Yo estaba aprendiendo hace muchos anhos, lo recuerdo bien. Mi profesor venia a ensenharme todas las tardes, era un excelente guitarrista, pero fue hasta un dia en que tus hermanos, Lucia, la agarraron mi guitarra y se salieron a la calle a jugar raqueta con ella, le hicieron un agujero! y nunca mas volvi a tocar. 
Lo dijo durante el cafe de la siesta, mientras Adelita sonhaba con ser artista cuando se pudiera independizar.
Guillermo, el hijo menor de Lucia Suarez, aun no sabia que iba a hacer con su vida. Tenia catorce anhos y era un excelente alumno gracias a su memoria magistral y su comprension instantanea de las lecciones, pero lo unico que le interesaba eran los videojuegos. Estos, ademas, eran su formula infalible para olvidarse del calor, asi como del mundo entero y la vida que transcurria rapida e inclemente a su alrededor. La negligencia y falta de motivacion del hijo exasperaban a Peter Rau, quien varias veces amenazo con lanzar el aparato por la ventana, pero se olvidaba de el tan pronto como empezaba una nueva jornada. 
Al principio del verano, la oficina era un pequenho oasis de eterna primavera, pero cuando el sol se movio un poco y empezo a morir justo en direccion a las ventanas alineadas con el aire acondicionado, este se descompuso y los abogados entraron en estado de emergencia. Como primera y principal medida, consiguiern un ventilador y sellaron todas las ventanas con carton para olvidarse de la existencia del sol. A Lucia le bastaba eso y permanecia quieta y descalza, pero su calurosisimo marido e hija tomaban medidas extremas e imprudentes, como poner un banhador con agua fresca para cada uno, donde pudieran meter los pies, corriendo asi el gigantesco riesgo de electrocutarse con las computadoras. Adeltia, quien era un poco mas inquieta que su padre, se la pasaba mojandose en el lavamanos: empezaba por las munhecas, continuaba con la nuca y terminaba con la cabeza entera. No habia perdido la costumbre de salir casi todas las nohces a bailar con sus amigos a los antros terrorificos del pueblo, pero adopto la manha de, mas que tomarse la cerveza, banharse con ella en medio del jolgorio. Y como aun asi no refrescaba, al volver a la casa se banhaba por cuarta vez en el dia y se echaba a dormir con todas las ventanas abiertas, desnuda y mojada.
Emilia Barbery no comprendia tanta fatiga por parte de ese par de abogados. Con su buena voluntad de siempre y su astucia admirable, habia encontrado varias formas de sacarle provecho al calor: hervia el agua  en una jarra metalica bajo el sol del medio dia y, en vista de lo bien que funcionaba, comenzo a hacer lo mismo con la sopa. Incluso considero la idea de hervir los tamales con el mismo metodo, pero no lo hizo por temor a que se pasaren de cocidos. Era esta encantadora senhora la unica en la casa que se preocupaba por Raton, el perro, hasta el punto de inventarle un sistema de refrigeracion basado en las medidas frenteticas de la nieta: una gran fuente de madera con agua a modo de piscina que el perro nunca acepto.
Yo estaba aprendiendo a nadar en Magdalena cuando era jovencita, pero nos vinimos y nunca mas lo intente _rememoraba Emilia Barbery, sentada en su sala con toda la familia. De hecho, llevaban varias horas ahi, pues un apagon provocado por el abuso de energia en el pueblo les habia imposibilitado continuar trabajando. De pronto llego su cunhada, Bertita, a comunicarle que su amigo don Casiano habia fallecido a causa del calor, al igual que varias otras personas, durante aquel infortunado apagon. 
Aquella noche, entre el tumulto del velorio, Emilia Barbery sintio mas calor que nunca en su vida, tanto que ni siquiera podia encontrar el frescor que marcaba la diferencia entre el dia y la noche. Le parecio muy extranho que ella, que habia vencido la menopausia sin conocer de sus calores, estuviese entonces sofocada hasta el borde del desmayo, y la unica explicacion logica y posible que se le ocurrio para aquel fenomeno fue que ella, con sus anhos y su peso, tambien moriria de calor. Sucederia en tres dias exactos, quizas durante un suenho feliz. 
Casi al mismo tiempo, Lucia Suarez recordaba el velorio de su propio padre, muerto hacian mas de treinta anhos por causa de una enfermedad extranha que su madre denomino alguna vez como desilucion. De repente, pensando en lo poco que sabia del asunto, una mano helada tomo la suya y no pudo reprimir las lagrimas inmediatas que le causaron el paranormal encuentro. Supo entonces, y con una certeza infalible, que le quedaban solo tres dias de vida.
Por su parte, Peter Rau se hizo un espacio entre la gente y salio como pudo de la casa atiborrada, pues sintio que le faltaba el aire. Aun se mantenia delgado, pero el colestero se habia apoderado de sus arterias, por lo que su cuerpo no resistiria mucho mas. Se dolio entonces de nunca haberle hecho caso a su mujer, que toda la vida lo persiguio con la perorata de que no comas tanto huevo que es muy pesado, no bebas tanto y si en el cumpleanhos invitan chancho, come poquito porque de noche hace mal, y hace ejercisio Peter, por favor, que quiero verte llegar a viejo. 
No quiso aceptar la idea de que moriria en tres dias, pero no podia evitar pensarla y temerle, cuanto mas lo reflexionaba, no se acordaba de Lucia ni de sus hijos, sino de los amigos que la vida habia dejado atras.
Adelita no salio del velatorio improvisado en la casa del difunto para no preocupar a su madre, aunque se sentia tan mal como Peter Rau. Sudaba sin control cuando sintio un viento glacial que le helo los huesos, y fue tal su angustia al estremecerse de frio en medio de aquel infierno, que no dudo que fuera el halito de la muerte.
Fue ese dramatismo tan suyo el que le concedio la revelacion de que moriria en tres dias por la simple injusticia de la vida, que la habia hecho con el defecto del calor excesivo para llevarsela joven y no permitirle cumplir su suenhos. Entonces comenzo a llorar, y no por el muerto, sino por lo inevitable de su final y lo breve de su existencia: solo tenia veinticinco anhos. Lloro en absoluto silencio y con la cabeza inclinada hacia la derecha para que su hermano, sentado a su izquierda, no pudiera ver sus gruesas lagrimas de perla. 
Guillermo, de todas formas, no iba a notar nada, estaba demasiado ocupado con sus propias cavilaciones. Se imaginaba que pasaria si de pronto el fuera a morir de calor, y se lo imagino por tanto tiempo y llego tan lejos con sus ideas, que le parecio inconcebible que la muerte estuviera solo en su cabeza.
"Morire en tres dias y aun no doy mi primer beso". Se sorprendio de sus propios pensamientos, pues a pesar de que llevaba mucho tiempo enamorado de Rebeca, nunca habia tenido el valor ni las ganas de conquistarla. Las ansias de jugar, solo o con amigos, siempre eran primordiales.
La manhana siguiente encontro a Emilia Barbery en la calle. Se habia calzado un camisero de hilo, sus chancletas de siempre y un elegante sombrero de paja con sendas flores artificiales para, por primera vez en la vida, abandonar los tamales y a Raton, y salir a la calle con las luces del alba, antes que todos despierten.
Camino un par de cuadras sin saber exactamente hacia donde iba, contandose a si misma que se habia pasado la vida caminando y que, hasta hace algunos anhos, le daba la vuelta al centro del pueblo todas las manhanas. De hecho, no sabia que tan largo era su recorrido hasta que, en el camino, se encontro a uno de sus tantos compadres y este le dijo: "sabe, Emilita? Todos los dias, usted camina diez quilometros". y asi lo hizo todas las manhanas hasta hace algunos anhos, cuando empezo a sentir dolor en la rodilla. 
Luego de sus cavilaciones, decidio comenzar con la finalizacion de su existencia recurriendo a un abogado que le ayudara con su testamento; no su hija, por supuesto, para no alarmarla, sino el sobrino de don Osman, quien la habia casado por lo civil hacian casi cincuenta anhos. El joven en cuestion ya entraba a los cuarenta con el titulo de abogado de poco uso, pues era tan honesto, lento e ingenuo que no lograba ganar ningun conflicto. Esto era exacto lo que Emilia Barbery buscaba: un hombre de leyes, justo y confiable, que administrara de forma correcta el legado de sus precarios bienes.
El segundo en abrir los ojos fue el nieto menor, presa de una ansiedad aterrorizada pero feliz. Se revolco en su cama hasta que no soporto mas el calor de su propio cuerpo acumulado en esta, pero siguio dando vueltas por su cuarto, revolviendo su ropero, su mesa de noche, sus monedas y sus ideas, tratando de combinar todo esos elementos en la medida exacta en que pudiera obtener la atencion de una bella senhorita. 
Los abogados comenzaron el dia al mismo tiempo gracias a la sincronizacion de sus despertadores, y contrario a lo que hubiesen querido, el sudor y el bochorno de la cama los expulso de la comodida de sus almohadas. 
Lucia Suarez no le dijo nada al marido, no queria hablar con nadie. Se fue directo, sin cambiarse el pijama ni lavarse los dientes, a la casa de su madre, y sin percatarse siquiera de su ausencia, se tendio en el piso de la sala con los brazos abiertos y dispuesta a recapitular su vida completa.
"Lo conoci muy poco", pensaba sin poder quitarse la frase de la mente. De no ser por su retrato de bodas, quizas habria olvidado ya la apariencia de su padre: Cenho demasiado fruncido, menton redondo, nariz larga y filosa, y canas finas y platinadas que comenzaban a entrar en su cabeza por los costados. 
Casi no tenia recuerdos concretos de el, pero recordaba con claridad la escena diaria en la que volvia del banco donde trabajaba y ella, junto con sus primas, salia corriendo en total silencio para no ser vistas, y asi permanecian hasta que todos despertaban de la siesta, sorteando inmoviles las horas mas aburridas del dia. No lo sabia a ciencia cierta, pero aquel sentido del humor tenza, frio, medido y lujoso de sus hermanos mayores le recordaba a su padre, quien, a pesar de haber sido un hombre serio y aburrido, cuando se le presentaba la oportunidad, hacia estallar de risa a los presentes con sus salidas crueles y sutiles. 
Adelita evito meterse a la ducha. Al igual que su madre, salio de su casa en pijamas, entro en la morada de la abuela sin buscarla ni percatarse de su ausencia, paso de largo a Lucia tumbada en la sala y se dirigio como un muerto vivo hacia la oficina, banhada en sudor. Alli encendio su computadora y se sumergio en esta como un ratoncito cibernetico hasta que encontro lo buscado: un metodo tibetano para dominar la sensacion de calor y asi poder morir cantando. Imprimio las instrucciones y volvio veloz a su habitacion para ponerlo en practica con las ventanas abiertas y "musica refrescante" de fondo. 
Peter Rau no logro sacarse la inquietud de la muerte en toda la noche, la tuvo presente en pesadillas y la prolongo hasta estar duchado, perfumado y vestido con su elegante y aparatoso traje de abogado. Recien entonces reparo en que estaba listo y que en la casa no se oian ruidos ni percibia el olor del desayuno que Lucia preparaba todos los dias.
Si Emilia Barbery hubiera sido madre de Peter Rau, quizas el hubiera reparado en la ausencia de la senhora, pero cuando entro en su casa rumbo a la oficina, solo tuvo ojos para el espectaculo demente de su esposa extendida en el suelo. 
_Mujer _dijo con imperiosidad_ Se te olvido que tenes un trabajo? Que haces en el piso? Que crees que es la vida?
No puedo trabajar mas _respondio ella con la vista fija en el techo_ en esa oficina siento que me voy a morir de calor.
_Como querras _grunho resignado_ pero te lo voy a descontar de tu sueldo. Siguio hasta su oficina tratando de mantener la calma, se sento en su escritorio, miro a su alrededor, respiro profundo y se levanto con una paciencia forzada para buscar a su hija. La encontro en su cuarto, sentada en la cama, con las piernas curzadas y los ojos cerrados. 
_Y esta nueva locura tuya, que se llama? _pregunto con ironia, sintiendose parte de una burla de la vida.
_Papa, trata de tranquilizarte _respondio su hija con su tono increible que lograba sonar serio a pesar de su aire de perdida total_ estoy meditando porque descubri que es la mejor forma de no sentir el calor, y pienso que, ya que los dos somos iguales, deberias intentar hacer lo mismo. 
_Realmente no se que tenes en la cabeza Adela _suspiro, mas decepcionado que resignado al descubrir que su hija, a quien siempre identifico con el mismo, habia adoptado una actitud tan identica a la de su madre_ te lo voy a descontar de tu sueldo.
Volvio a la oficina y comenzo a llamar a todos sus amigos del barrio y del colegio para, a las seis de la tarde, abandonar el sopor de la oficina y alistarse para una farra sin precedentes en la cual curaria el calor con cerveza hasta el amanecer.
Guillermo salio de su casa poco despues que su padre, con mucho perfume y el nerviosismo a flor de piel. Iba con rumbo a la casa de Rebeca, pues en vacaciones, no podria estar en otra parte. Sentia unas nauseas insoportables, producto de la pestilencia de los cadaveres animales, el calor insufrible y el terror abominable que le recorria el cuerpo desde el coccix hasta la nuca, y que le cosquilleaba hasta la conciencia.
Una rafaga ardiente y desmesurada que traia la arena de las calles sin asfaltar empezaba a chicotearle en la cara para hacerle la mision mas insoportable, la misma que amenazaba con llevarse el sombrero de Emilia Barbery y le enarenaba las pestanhas cuando llego a la oficina y domicilio del buen sobrino de don Osman Chavez.
Adelita llevaba muchas horas con la mente en blanco, quieta como estatua y liberada del calor, cuando un potente deseo de cafe retinto en su organismo le indico que ya era la hora del cafe. Salio entonces de su habitacion, tan acalorada e inquieta como siempre, al encuentro de la familia en la sala de la abuela. En ese preciso instante salio Peter Rau de su oficina, llegaron Emilia Barbey y Guillermo, y Lucia Suarez se incorporo para unirse a la reunion familiar, imperturbable a pesar del inminente final. 
Conversaron aquel dia, como si se tratase de un dia normal, de que este calor no se puede creer, ya nos vamos a morir y hasta ahora no hay visperas de lluvia; y que hace tres meses que no llueve y si no nos morimos de calor sera de hambre porque haca vez hay menos alimento; y otro replica que claro, como va a haber comida sin agua; y otro decia que como va a haber agua con este sol que todo lo seca.
Hablaban de la muerte con cierta ironia, para que sonara como un simple decir, pero no podian evitar desviar la vista para que no se les notara el escalofrio qye les producia mencionar tan abiertamente la causa que acabaria con sus vidas.
Peter Rau salio esa noche pasadas las diez, muy bien perfumado, entalcado y vestido con su guayabera de anho nuevo, con rumbo a la parranda que habia organizado en la casa de su mejor amigo. En ella encontro a los companheros que no veia desde el bachillerato, los del equipo de futbol, los de las travesuras del barrio y los de las serenatas, y se sintio tan alegre y tan vivo que no dudo de que esa fuera la mejor forma de esperar la muerte.
Chuparon y cantaron hasta el amanecer como si fueran todos hermanos, y cuando sono el despertador programado en el telefono de Peter Rau, pidio el favor de que alguien le ayudase a llegar a su casa, pues el habia olvidado hasta su nombre y la manera de andar. Durmio hasta que el estomago, bastante pasado el medio dia, empezo a quejarse, y luego de darle contento, sin siquiera escarmentar con la resaca, se metio en su oficina a planear el bailongo de aquella noche. 
Emilia Barbery partio esa manhana algo mas tarde que la anterior, con el proposito de desenterrar conflictos y ofensas enterradas hacian decadas para volver a pedir perdon. Quizas ella hubiera sido la unica que podria intuir el estado critico de enamoramiento del nieto, no solo porque por primera vez en mucho tiempo hacia algo dintinto a desperdiciarse con los videojuegos, sino por la carita de becerro abandonado con que salia a sufrir la potencia del sol y el recelo infranqueable de su amada, pero la realizacion de sus ultimos planes abarcaba toda su cabeza.
Fue su hermana quien conocio de su tragedia emocional, cuando Guillermo llamo a su puerta y la saco de su fresco estado de gracia para rogarle el favor de que le ensenhase a hacer flores de papel, pues serian las unicas en aquel pueblo devastado por el calor.
Lucia Suarez, quien pretendia una indiferencia cerril y no apartaba los ojos del techo, era conciente de los movimientos de cada uno de sus familiares. Y a pesar de parecer naufraga de sus nostalgias, ahora se angustiaba mas por el presente en el cual su orgullo y falta de ganas no la dejaban participar. Le fatigaba el encierro de la hija, la angustiaba el paradero del hijo que salia muy temprano y sin siquiera avisar, le preocupaba que su madre olvidara el camino a casa o fuera raptada por depravados, y sobre todo, la carcomia la ira que le producia el perfume del marido, el cual ni siquiera habia tenido la bondad de preguntar como estaba, ni avisarle hacia donde iba y por que volvia tan tarde.
En cuanto a su padre, no habia recordado mucho, pues no tenia que recordar. "Lo conoci muy poco", seguia repitiendose cuando llego el cafe de la siesta del tercer dia.
Volvio a hablar, a mencionar el tedio del calor -que aquel dia estaba peor que nunca- e incluso quiso darle un fuerte abrazo a todos, pero solo Guillermo se le acerco, quien parecia mas contento que nunca.
_Esos ojitos de canela yo me los conozco muy bien _le dijo Emilia Barbery en tono picaro.
_Es que es muy lindo el amor abuelita _respondio timido y sonrojado, pero luciendo una sonrisa gigante que lo delato ante la astuta mujer: le habia dado su primer beso a la chica de sus suenhos y pesadillas.
Emilia Barbery miro a todos muy complacida y los elogio diciendo lo lindos que eran y lo mucho que los queria, como lo habia hecho aquel dia con todos los que lo merecian. De pronto deseo cumplir con algun suenho furstrado, pero no encontro cual porque ya lo habia hecho todo. Entonces se sintio mas feliz que nunca y se dio cuenta de que podria morir con una sonrisa. Estaba completa.
Despues de las palabras de su abuela, Adelita se acabo de un trago su cafe, se paro y se fue velozmente a su habitacion para evitar desmoronarse de tristeza frente a ellos. Se tiro en su cama, mirando al techo con los brazos extendidos, y se puso a cantar entre sollozos, llorando a moco tendido por el temor que le producia su propia muerte. Cuando se dio cuenta de que sudaba sin remedio y que se habia olvidado de su metodo infalible, lloro tambien de rabia por el calor que la habia vuelto a invadir. Y asi lloro, ya sin cantar, hasta la hora de la noche en que por fin se durmio.
Lucia Suarez se retiro justo despues que Adelita, pues el brillo de una lagrima que encontro en sus ojos de almendra la lleno de pena, por lo que volvio al suelo, a su silencio y a la nostalgia. No quiso pensar en nadie mas, ni siquiera en su marido que salia por tercera noche consecutiva; se abandono a los recuerdos de la casa paterna como un naufrago. Vago gran parte de la noche, recorriendo la morada de Emilia Barbery y atesorando las reliquias de su infancia en su memoria, como si de esa forma se las pudiera llevar mas alla de la vida. Y asi se la paso hasta que se recosto en el sofa, vencida por el suenho de la hora mas oscura.
Peter Rau volvio a su casa, segun su celular, a las cuatro de la madrugada, sorprendido de no haber muerto aun. La conciencia no le era muy fiel en ese momento, razon por la cual entro a la casa de la suegra en vez de a la suya. Una brisa de cordura lo llevo a la conclusion de que moriria dormido, por lo que, cuando encontro a Lucia tendida en el sofa, se recosto a su lado y la abrazo como un ninho asustado. \
Cerca del amanecer, un estrepito que parecio la caida de un avion desperto a todos con la misma idea concreta: "Llego la muerte". Pero cuando sintieron la brisa fresca, la humedad y el murmuro inconfundible de las gotas de agua, supieron que no era el fin de la vida lo que habia llegado, sino la lluvia, y con ella, el fin del verano. 

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