lunes, 23 de enero de 2012

Luminosidad

Lucesillas en la ciudad como árbol de navidad, luces en la carretera, luces como flechas que viajan a toda velocidad. 
Vías llenas de luminosidad, alegres por el regalo físico de la energía. Luces de colores tan brillantes como una canción feliz, bailan a lo largo de una vía cantante, emocionada con el reflejo de la fiesta ambulante. 
Luces por toda la ciudad atraviesan la noche y nos ayudan a llegar al día siguiente. Brillos voladores cruzan lo extraño y tenebroso, giran varias veces y ponen esperanza donde hubo temor. 
Estrellas fugaces impactan la tierra, la recorren como saeta y nos brindan su calor artificial. Fuegos plásticos nos permiten descubrir los misterios de la celosa oscuridad, escudriñar lo indebido y encontrar los pedazos de corazones rotos debajo de la cama. 
Este es un viaje sensacional, un flash delirante por la vía láctea, un paseo por el buque de los faroles incandescentes. Las luces de colores, azules, rojas y amarillas, invitan a montarse a la aventura, a cerrar los ojos y recorrer a toda marcha la carretera cuajada de brillos que te rompen los ojos y traspasan los parpados para grabarse mas allá de la conciencia. 
Las estrellas fugaces pasan derecho a través del barco, pero si se encuentran con la niebla de unos ojos cerrados, se detienen a bailar en ellos antes de continuar la carrera de estirar el manto nocturno alrededor del mundo, justo a tiempo para que nuestras vidas continúen con un poco menos de brillo, que es la renta que nos cobran las luces al dormir. 

jueves, 19 de enero de 2012

La prosecion de los bichos

Un jueves numerado por la mala suerte, llego a Valladolid un desfile interminable de enormes animales. Los elefantes encabezaban la marcha, seguidos muy de cerca por rinocerontes, hipopotamos y camellos, guiando a los demas animales por los senderos mas sensibles del valle. 
El viaje empezo en la punta de los pies, provocando con sus millones de pisadas, un cosquilleo nefasto y adormecedor a la altura de la planta. Despues de algunas horas de viaje, sortearon la montanha del talon y empezaron camino cuesta arriba por las pantorrillas, asegurandose de presionar muy bien los nervios y los puntos mas debiles de los musculos. Esta tropa de animales venia muy fiera y decidida a causar dolor. 
Los pesos pesados causaban un dolor inmediato que disminuia de a poco, conforme pasaba la caravana, pero los bichos mas ligeros provocaban una inexplicable sensacion de presion y cansancio sin dolor. 
El viaje por las piernas fue muy largo y dificil, en especial al llegar a los enormes cerros de las nalgas, lisos, empinados y tan flacidos que se les hacia dificil pisar fuerte. La subida, ademas, resultaba muy improductiva, pues habia tanta grasa en los cerros, que ni siquiera las jirafas lograban que sus punteagudas y pesadas pesunhas alcanzaran algun nervio. 
Pero finalmente, luego de mucho escalar y mucho resbalar, llegaron al premio mayor: la espina dorsal. 
Alli se sintieron en el paraiso, rompieron fila y todos los animales, de todos los tipos y tamanhos, corrieron a sus anchas por las planicies de la espalda. Se divirtieron con las rocosidades de las vertebras, brincaron sobre el coxis e hicieron una fiesta con bombos y platillos sobre los nervios mas importantes que recorrian la pradera. 
Despues de una noche de baile y fiesta, siguieron el viaje con la misma libertad y jubilo hacia arriba, trotando y pisoteando y aplastando cada una de las vertebras. Y cuando llegaron al atlas, cansados ya de tanto jugar, decidieron quedarse un par de dias ahi, quietos y bien estacionados. 
La caravana habia encontrado el eden, no solo reposaban en un lugar muy comodo, algo alto y con excelente vista, sino que tambien, presionando algunos puntos especificos, podian enviar dolor desde la base del cuello hasta cualquier punto del cuerpo. 
Actualmente, la prosecion sigue ahi, como loro en su salsa, y la reina de Valladolid aun no encuentra un pesticida, calmante, cama o descanso lo suficientemente efectivo como para deshacerse de todos los bichos que ahora amenazan con causar una torticulis. 

sábado, 14 de enero de 2012

La nena monstruo

En el edificio Los Adoquines, ubicado en una calle desierta y muy empinada, hay un guardia viejo y holgazan que acaba de derramarse en la camisa su cafe caliente. Se habia distraido observando a una muchacha que habia pasado de ida y vuelta por la puerta principal al menos unas veinte veces, cuando, de forma inconciente, trato de espantar a un mosquito y golpeo la taza que tenia en su escritorio.
La senhorita que va cincuenta metros calle arriba, y lo mismo calle abajo, teniendo como punto medio la puerta del edificio, es conocida por todos y por ella misma como la nena monstruo.
Es bajita, demasiado blanca y con un cabello de bombril imposible de domar. Lleva mas de una hora yendo y viniendo a paso muy lento, con un ratoncito blanco en las manos y una mirada mas constirpada y nerviosa de lo normal. Es una hipocondriaca en potencia.
Quien la viera ahora, podria pensar entre carcajadas en una cenicienta difunsional, andando al borde de las lagrimas con un raton tan manso y fiel como el mejor de los perros, vestida con el overol y la chompa de su mama. Si la calle no estuviera desierta, su procesion podria pasar inadvertida, pero el guardia de Los Adoquines la sigue hasta donde llega su vista y no puede evitar creer que la pobre es esquizofrenica o sufre de algun otro trastorno.
Pero la nena monstruo, quien ya no recuerda su verdadero nombre, esta ahi por un hombre. Jadea calle arriba, sufre de taquicardia y estruja a su ratoncito solo por un hombre que no va a bajar. Es la primera vez que pisa esa calle y no se anima a subir, o siquiera a pedirle al guardia el favor de que le avise que ella esta ahi, por la verguenza que siente respecto a sus palabras de ayer, cuando decidio estar sola por mucho tiempo y no volver atras. Esta manhana, sin embargo, desperto con la desgarradora necesidad de estar entre sus brazos y se encamino a su calle sin plan ni proposito.
Pero ahora, despues de mucho pensar y caminar, sabe que lo mejor es esperar que el baje por su propia cuenta, para poder acercarsele con temor y sacarse la duda de si el quiere volver a dirigirle la palabra, por piedad, para hablar de lo que sea. Pero eso no va a pasar; hoy, el no va a salir de su apartamento. 
Fue su novio por unos cuantos meses, o al menos asi le llamaba ella cuando nadie podia escucharla. El es dos anhos mayor, pero esta en el mismo colegio. Se conocieron, de manera muy indirecta e implicita, por amigos en comun: ella se dio cuenta de su existencia cuando lo encontro besando a la chica mas bonita de su curso; el escucho a sus amigos burlarse de ella pocas semanas antes de que todos en el colegio se divirtieran a costa de la famosa nena monstruo. 
A ella le encantaba el, no podia resistirse a su sonrisa seductora ni a sus ojos profundos, pero sabia que estaba totalmente fuera de su alcance. Tenia la sensatez suficiente para saberse la chica mas fea del mundo. A el le nacio el interes por ella en un dia lluvioso: iba caminando detras de la nena por uno de los pasajes techados del colegio, rumbo a su clase, cuando una mala amiga agarro un basurero que yacia en la interperie y le arrojo todo su contenido a la nena monstruo, a quien, de inmediato, se le pego al cuerpo la camisita blanca y se le hizo pequenha la faldita cuadrille. 
Todos estallaron en risas, y antes de que pudiera salir corriendo, otra mala amiga le bajo hasta el piso y de un tiron, falda y calzon. El reia a carcajadas, pero no podia negar que su mojada desnudez le causo una perturbacion burbujeante que le quito el suenho por una noche. 
El resto fue facil: la triste nena monstruo no podia hacerse de rogar con el chico de sus suenhos inalcansables. Despues de cruzar unas cuantas palabras, se la llevo al cuarto que alquilaba con sus amigos para drogarse, la dejo como vino al mundo y la hizo gritar hasta que su arma logro atravesar el telar de la inocencia. 
La muchachita estaba enamorada perdidamente de el, y a pesar de que nunca se le declaro ni le dijo que gustaba de ella, la llevaba al cuarto casi a diario. 
Al poco tiempo, todo el colegio estaba enterado -por chismes- no solo de la quasi relacion que llevaban, sino tambien del talento sexual de la nena. Tal como el solia alardear con sus amigos: "Ya saben lo que dicen, feita y desesperada". La frase siempre traia muchas risas consigo. 
La nena monstruo decide sentarse en las gradas de la entrada de Los Adoquines; el cansancio por fin la ha vencido. 
"Busca a alguien, senhorita?", pregunta el guardia. "Si, a Alejandro Lira"; "De parte de quien?"; "De su nena". 
Asi llama el guardia, con esas precisas palabras. "Dice que suba". Y asi sube ella al piso y numero que le indico el senhor, pues es la primera vez que va a la morada de su amado. 
 Alejandro la esta esperando con la puerta abierta. Sin decir nada ni permitirle abrir la boca, la besa y de inmediato la desnuda, y cuando ha derramado su simiente, por fin pregunta: "Que haces aqui?".
"No se", responde ella con sinceridad. Su ratoncito se esta comiendo el popurri que adorna la mesa de te de la sala. "No estaba segura de si querias que volvamos a hablar o no". 
"Estuve pensando en tus palabras de ayer", empieza el, "Eso de que queres estar sola por un largo rato... y creo que es porque nunca me amaste". 
El alma se le cae a los pies, la nena monstruo no da credito a sus oidos. Que nunca lo amo? Como se le ocurre pensar eso? Ella ha dado todo por el, estubo perdida, casi desquiciada de amor. "Por que decis eso?", pregunta con voz tremula. 
"Pensalo, me enganhaste tres veces".
No es mentira. Durante el tiempo en que estuvieron juntos, la nena hizo maldades con un muchacho que fue su amigo por un par de anhos, con uno de sus companheritos cotizados que andaba medio aburrido, y con el mejor amigo de Alejandro, quien puso especial atencion cuando supo de los dotes de la monstruo. 
"No se que decir, estoy muy contrariada", le dice ella con un gran nudo en la garganta. Puede justificarse recordandole que el tambien tuvo andanzas con otras muchas chicas, o defenderse con la verdad de que hizo todo eso por los maltratos que sufrio, sentimentales y fisicos. 
Cuando Alejandro descubrio la primera traicion de su nena, con ese amigo de tiempo, comenzo a golpearla mientras tenian sexo. Pero ella no le va a halegar eso ni nada. Suele ser sumisa, insegura y depresiva, pero ahora su autoestima esta mas fragil que nunca. 
"Vos nunca me amaste", repite el, "Si me hubieras amado, habrias respetado lo nuestro". 
"Yo te amo muchisimo", dice ella por fin, "Pero vos no me respetas a mi y esta relacion me hace mucho danho". Las sobras del amor y la atencion que le han dado otros hombres la han ayudado a encontrar la fuerza suficiente para tenerse un minimo de aprecio. Esta convencida, tiene que aferrarse a la decision de estar sola y hacerle entender a todo el mundo que ella es una mujer que merece lo mejor. 
"Entonces, que haces aqui?", repite el. 

jueves, 12 de enero de 2012

Mancha negra, negra, roja

"Que frio del cuerno", pensaba Lucia, "ojala el invierno artificial terminara de una vez". Llevaba siglos tratando de quitarse la marca de Cain que tenia en la unha del anular izquierdo, sin siquiera pasarle por la cabeza que el anillo de compromiso se la habia perpetuado. 
 La sala de espera parecia una carretera de perdidos, con su transito lento y desordenado. Ella, sentada alli, era como un fantasma. Las personas llegaban, hablaban con la recepcionista pelirroja y de inmediato se encaminaban al laberinto de pasillos, del cual salian mas verdes y enfermos.
Al llegar Lucia al edificio, procedio de igual manera: se acerco muy serena a la mujer que cortaba cebollas sin llorar en su escritorio y le pidio cita con un cirujano urgente, para que le cortara la punta de su anular maldito.
Habia llegado a aquel edificio gracias a una mala amiga, pues cuando le comento de su inquietud en cuanto a la marca de su unha, ella misma la deposito en la sala de espera contaminada con cebolla. 
La recepcionista levanto la cabeza con desidia y poso sin sorpresa sus ojos de grandes parpados sobre la palida muchacha, pero sus manos no dejaron de cortar. "Sientese y espere", le dijo, "En seguida llamo al doctor".
Y asi lo habia hecho hacian cinco dias, sin moverse de su asiento, dormir, comer o beber. Su unica ocupacion era sacarse la mancha negra que habia dejado el esmalte. Se habia embebido tanto en su mision que se olvido de su propia existencia, volviendose invisible incluso para sus ojos. Pero cuando volvio a sentir el molesto escosor en los ojos que causan las cebollas, algo se le revolvio no solo en su memoria, sino tambien en su estomago. Rentonces reparo en que habia dejado de rasparse esa unha con otra hacian dias, y que cuando comenzo a intentar con los dientes, la sangre de su propio dedo le abrio el apetito.
Hubiese sido espantoso para cualquiera que la viera comerse a si misma, derramarse la sangre por la quijada y tenhirse de rojo los dientes, pero nadie la veia, ella no estaba alli para nadie.
Cuando termino de ejecutar su auto cirugia, se dio cuenta de lo que habia hecho y, sonriente, se acerco con el ensangrentado y grotesco dedo a la recepcionista. "Ya no necesito al doctor, me voy".
La pelirroja mujer sonrio por primera vez. "Espere", dijo, "aqui tiene un botiquin de costura para su dedo. Felicidades y que le vaya muy bien". 
Lucia lo agarro, le devolvio la sonrisa y se tomo un momento en su silla para suturarse el amputado dedo antes de salir del centro psiquiatrico, contenta por haber superado el problema, pero sin descubrir, ni entonces ni jamas, que lo unico que debia hacer era quitare el anillo de compromiso. 

martes, 10 de enero de 2012

Luz, falta de luz, necesidad de luz

No importa la hora, si tardo o si se retraso, en algun punto del dia el sol que te aturde se va a ir por la ladera de las montanhas, por el borde de la tierra y por el mar.
Mientras miras por la ventana como el cielo limpido cambia sus colores y los edificios de alfrente pierden la luminosidad, entras en un estado de panico depresivo que te persiguio por siempre y hasta ahora no sabes como apaciguar. Te estas quedando sola y el dia ya se te acabo.
El silencio es rigido como una piedra, el sol se muere de suenho.
Yo me siento igual, te llego a comprender, el atardecer tambien es mi muerte y resurreccion. No puede haber sucedo mas triste que haber perdido un dia mas de vida, nada mas desesperante que darte cuenta de que en pocos minutos tu lado del mundo se va a quedar abandonado de la fuerza que nos permitio estar aqui.
Los edificios de alfrente ya se quedaron a oscuras, mi cuarto tambien, pero no quiero encender la luz, no quiero banharme de artificialidad.

lunes, 9 de enero de 2012

Ola de calor

Cuento escrito para concurso en periodico. (por favor, ponga zoom!!)

En el punto mas caliente del mas caliente de los veranos que recordaban en el pueblo, habian muerto tantos animales que el aire estaba ahogado de podredumbre.
Inicio como todos los veranos: seco, ardiente y con temperaturas inverosimiles. Ya se habia dado el caso de que murieran algunos pajaros, pero aquel anho llovian sus cadaveres y los pollos, antes de morir, se volvian locos tratando de sacarse a picotazos el suplicio de su abrigo perpetuo. Las vacas empezaron a fallecer casi al mismo tiempo que el alquitran de la carretera se derretia, de modo que se hizo imposible transitarla, fundidad como estaba y obstaculizada por los enormes cuerpos vacunos. Y mientras los ganaderos lloraban de frustracion y calor, los agricultores hacian danzas y rituales tratando de llamar a la lluvia, no para salvar sus cultivos, sino para evitar que se incendiasen. 
La sequia se habia prolongado por tres meses ininterrumpidos, por lo cual las amas de casa, en un intento desesperado, adoptaron la modalidad de echar a las calles el agua con que lavaban su ropa para aumentar la humedad. En consecuencia, el torrente arrastro a los animales muertos, provocando una marea nauseabunda que causo todo tipo de infecciones. 

Algunas calles del pueblo eran de arena, por lo que resultaban menos inclementes, y las aceras, colmadas de cupesi, facilitaban el transito peatonal. Sin embargo, cuando los habitantes del pueblo se dieron cuenta de la temperatura historica que dia a dia se registraba, rara vez volvieron a caminar.
Las casas se mantenian cerradas durante el dia para que no escapase el efimero frescor de la noche, al cual invitaban a entrar cuando declinaba el sol con puertas y ventanas abiertas. Una de esas casas era la preciosa morada de Emilia Barbery, una dulce y graciosa senhora de ochenta anhos que, a pesar de la edad, se mantenia tan lucida y activa como siempre.

Tenia un sentido del humor picaro y veloz, pero a pesar de su perspicacia, veia al projimo con la transparencia y amabilidad de un ninho. Hacia los mejores tamales y esa era su ocupacion desde que se jubilo de maestra. Nunca saco cuentas ni le interesaban precios ni valores, de modo que no sabia en realidad si ganaba o perdia con su produccion, y a pesar de la preocupacion de sus cinco hijos al respecto,nunca acepto usar un cuaderno con el debe y el haber ni abandono la devocion por sus envueltos de maiz y queso. No aceptaba invitaciones para almuerzos ni dias de campo, mucho menos los domingos, por la simple razon de esperar a la clientela segura que desde la reja le gritaba: "Senhora, hay tamales?".
Vivia sola, pero nunca le faltaba la companhia de su hija menor, Lucia, su yerno y sus dos nietos, quienes habitaban una casa separada de la suya por solo una pared y trabajaban en la ampliacion de esta, donde tenian una notaria de fe publica.
_Hace demasiado calor _repetia Adelita, la hija mayor de Lucia Suarez, una y otra vez mientras se ventilaba energica con la mano. Lo decia mientras tomaba un cafe sin azucar y con agua al natural. Toda la familia estaba reunida alrededor de la mesita de la sala como cada dia al atardecer, continuando con una costumbre centenaria y casi sagrada que solo podia interrumpirse por motivo de muerte o enfermedad terminal. Lucia Suarez habia heredado de su madre, y su hijo Guillermo de ella, una piel de madera y sangre de reptil que la libraba del calor, el frio, el suenho, el hambre, la impaciencia y todas las incomodidaes de los hombres y los animales. Pero muy al contrario, su marido Peter Rau y su hija sufrian la maldicion de sentir mucho mas calor que la gente normal. 
Peter Rau descendia de una familia alemana que se habia desperdigado por todo Sudamerica hacia casi un siglo. Cuando era joven, solia renegar de su tatarabuelo, quien tomo la mala decision de asentarse en ese horno de pueblo, pero cuando fue a la capital de la provincia a estudiar la carrera de derecho, conocio a Lucia Suarez y descubrio que ella tambien vivia alli, comprendio que su ascendencia solo habia colaborado con el curso de su buen destino. 
Al terminar sus estudios, volvieron a su tierra natal, se casaron y lo vieron todo mas hermoso, pero tambien mas caliente, por lo que decidieron irse a vivir a los valles templados. Ahi tuvieron a Adelita y, once anhos despues, a Guillermo, pero luego de su nacimiento, tan solos y aburridos como estaban, decidieron volver a la familia y los amigos del pueblo para darle otra oportunidad al amor. 
Adelita siempre fue un poco diferente. tenia una habilidad excepcional para contar historias, magnificarlas, fantasear y aun asi lograr que le creyeran cada palabra. Su vida siempre habia estado banhada de arte: era una melomana incurable, aunque nunca aprendio a tocar un instrumento y cantar como gato, y a pesar de su suenho de estudiar arte y su talento con la pintura, el rigor paterno la sometio a la carrera de derecho. Su unico consuelo fue cursarla en la capital del pais, una gran y moderna ciudad sumida en un perpetuo invierno donde, su intelecto se encontro con el mundo. 
_Como me gustaria aprender a tocar la guitarra! _exclamo con pesar Emilia Barbery, de repente y sin dirigirse a nadie_ Yo estaba aprendiendo hace muchos anhos, lo recuerdo bien. Mi profesor venia a ensenharme todas las tardes, era un excelente guitarrista, pero fue hasta un dia en que tus hermanos, Lucia, la agarraron mi guitarra y se salieron a la calle a jugar raqueta con ella, le hicieron un agujero! y nunca mas volvi a tocar. 
Lo dijo durante el cafe de la siesta, mientras Adelita sonhaba con ser artista cuando se pudiera independizar.
Guillermo, el hijo menor de Lucia Suarez, aun no sabia que iba a hacer con su vida. Tenia catorce anhos y era un excelente alumno gracias a su memoria magistral y su comprension instantanea de las lecciones, pero lo unico que le interesaba eran los videojuegos. Estos, ademas, eran su formula infalible para olvidarse del calor, asi como del mundo entero y la vida que transcurria rapida e inclemente a su alrededor. La negligencia y falta de motivacion del hijo exasperaban a Peter Rau, quien varias veces amenazo con lanzar el aparato por la ventana, pero se olvidaba de el tan pronto como empezaba una nueva jornada. 
Al principio del verano, la oficina era un pequenho oasis de eterna primavera, pero cuando el sol se movio un poco y empezo a morir justo en direccion a las ventanas alineadas con el aire acondicionado, este se descompuso y los abogados entraron en estado de emergencia. Como primera y principal medida, consiguiern un ventilador y sellaron todas las ventanas con carton para olvidarse de la existencia del sol. A Lucia le bastaba eso y permanecia quieta y descalza, pero su calurosisimo marido e hija tomaban medidas extremas e imprudentes, como poner un banhador con agua fresca para cada uno, donde pudieran meter los pies, corriendo asi el gigantesco riesgo de electrocutarse con las computadoras. Adeltia, quien era un poco mas inquieta que su padre, se la pasaba mojandose en el lavamanos: empezaba por las munhecas, continuaba con la nuca y terminaba con la cabeza entera. No habia perdido la costumbre de salir casi todas las nohces a bailar con sus amigos a los antros terrorificos del pueblo, pero adopto la manha de, mas que tomarse la cerveza, banharse con ella en medio del jolgorio. Y como aun asi no refrescaba, al volver a la casa se banhaba por cuarta vez en el dia y se echaba a dormir con todas las ventanas abiertas, desnuda y mojada.
Emilia Barbery no comprendia tanta fatiga por parte de ese par de abogados. Con su buena voluntad de siempre y su astucia admirable, habia encontrado varias formas de sacarle provecho al calor: hervia el agua  en una jarra metalica bajo el sol del medio dia y, en vista de lo bien que funcionaba, comenzo a hacer lo mismo con la sopa. Incluso considero la idea de hervir los tamales con el mismo metodo, pero no lo hizo por temor a que se pasaren de cocidos. Era esta encantadora senhora la unica en la casa que se preocupaba por Raton, el perro, hasta el punto de inventarle un sistema de refrigeracion basado en las medidas frenteticas de la nieta: una gran fuente de madera con agua a modo de piscina que el perro nunca acepto.
Yo estaba aprendiendo a nadar en Magdalena cuando era jovencita, pero nos vinimos y nunca mas lo intente _rememoraba Emilia Barbery, sentada en su sala con toda la familia. De hecho, llevaban varias horas ahi, pues un apagon provocado por el abuso de energia en el pueblo les habia imposibilitado continuar trabajando. De pronto llego su cunhada, Bertita, a comunicarle que su amigo don Casiano habia fallecido a causa del calor, al igual que varias otras personas, durante aquel infortunado apagon. 
Aquella noche, entre el tumulto del velorio, Emilia Barbery sintio mas calor que nunca en su vida, tanto que ni siquiera podia encontrar el frescor que marcaba la diferencia entre el dia y la noche. Le parecio muy extranho que ella, que habia vencido la menopausia sin conocer de sus calores, estuviese entonces sofocada hasta el borde del desmayo, y la unica explicacion logica y posible que se le ocurrio para aquel fenomeno fue que ella, con sus anhos y su peso, tambien moriria de calor. Sucederia en tres dias exactos, quizas durante un suenho feliz. 
Casi al mismo tiempo, Lucia Suarez recordaba el velorio de su propio padre, muerto hacian mas de treinta anhos por causa de una enfermedad extranha que su madre denomino alguna vez como desilucion. De repente, pensando en lo poco que sabia del asunto, una mano helada tomo la suya y no pudo reprimir las lagrimas inmediatas que le causaron el paranormal encuentro. Supo entonces, y con una certeza infalible, que le quedaban solo tres dias de vida.
Por su parte, Peter Rau se hizo un espacio entre la gente y salio como pudo de la casa atiborrada, pues sintio que le faltaba el aire. Aun se mantenia delgado, pero el colestero se habia apoderado de sus arterias, por lo que su cuerpo no resistiria mucho mas. Se dolio entonces de nunca haberle hecho caso a su mujer, que toda la vida lo persiguio con la perorata de que no comas tanto huevo que es muy pesado, no bebas tanto y si en el cumpleanhos invitan chancho, come poquito porque de noche hace mal, y hace ejercisio Peter, por favor, que quiero verte llegar a viejo. 
No quiso aceptar la idea de que moriria en tres dias, pero no podia evitar pensarla y temerle, cuanto mas lo reflexionaba, no se acordaba de Lucia ni de sus hijos, sino de los amigos que la vida habia dejado atras.
Adelita no salio del velatorio improvisado en la casa del difunto para no preocupar a su madre, aunque se sentia tan mal como Peter Rau. Sudaba sin control cuando sintio un viento glacial que le helo los huesos, y fue tal su angustia al estremecerse de frio en medio de aquel infierno, que no dudo que fuera el halito de la muerte.
Fue ese dramatismo tan suyo el que le concedio la revelacion de que moriria en tres dias por la simple injusticia de la vida, que la habia hecho con el defecto del calor excesivo para llevarsela joven y no permitirle cumplir su suenhos. Entonces comenzo a llorar, y no por el muerto, sino por lo inevitable de su final y lo breve de su existencia: solo tenia veinticinco anhos. Lloro en absoluto silencio y con la cabeza inclinada hacia la derecha para que su hermano, sentado a su izquierda, no pudiera ver sus gruesas lagrimas de perla. 
Guillermo, de todas formas, no iba a notar nada, estaba demasiado ocupado con sus propias cavilaciones. Se imaginaba que pasaria si de pronto el fuera a morir de calor, y se lo imagino por tanto tiempo y llego tan lejos con sus ideas, que le parecio inconcebible que la muerte estuviera solo en su cabeza.
"Morire en tres dias y aun no doy mi primer beso". Se sorprendio de sus propios pensamientos, pues a pesar de que llevaba mucho tiempo enamorado de Rebeca, nunca habia tenido el valor ni las ganas de conquistarla. Las ansias de jugar, solo o con amigos, siempre eran primordiales.
La manhana siguiente encontro a Emilia Barbery en la calle. Se habia calzado un camisero de hilo, sus chancletas de siempre y un elegante sombrero de paja con sendas flores artificiales para, por primera vez en la vida, abandonar los tamales y a Raton, y salir a la calle con las luces del alba, antes que todos despierten.
Camino un par de cuadras sin saber exactamente hacia donde iba, contandose a si misma que se habia pasado la vida caminando y que, hasta hace algunos anhos, le daba la vuelta al centro del pueblo todas las manhanas. De hecho, no sabia que tan largo era su recorrido hasta que, en el camino, se encontro a uno de sus tantos compadres y este le dijo: "sabe, Emilita? Todos los dias, usted camina diez quilometros". y asi lo hizo todas las manhanas hasta hace algunos anhos, cuando empezo a sentir dolor en la rodilla. 
Luego de sus cavilaciones, decidio comenzar con la finalizacion de su existencia recurriendo a un abogado que le ayudara con su testamento; no su hija, por supuesto, para no alarmarla, sino el sobrino de don Osman, quien la habia casado por lo civil hacian casi cincuenta anhos. El joven en cuestion ya entraba a los cuarenta con el titulo de abogado de poco uso, pues era tan honesto, lento e ingenuo que no lograba ganar ningun conflicto. Esto era exacto lo que Emilia Barbery buscaba: un hombre de leyes, justo y confiable, que administrara de forma correcta el legado de sus precarios bienes.
El segundo en abrir los ojos fue el nieto menor, presa de una ansiedad aterrorizada pero feliz. Se revolco en su cama hasta que no soporto mas el calor de su propio cuerpo acumulado en esta, pero siguio dando vueltas por su cuarto, revolviendo su ropero, su mesa de noche, sus monedas y sus ideas, tratando de combinar todo esos elementos en la medida exacta en que pudiera obtener la atencion de una bella senhorita. 
Los abogados comenzaron el dia al mismo tiempo gracias a la sincronizacion de sus despertadores, y contrario a lo que hubiesen querido, el sudor y el bochorno de la cama los expulso de la comodida de sus almohadas. 
Lucia Suarez no le dijo nada al marido, no queria hablar con nadie. Se fue directo, sin cambiarse el pijama ni lavarse los dientes, a la casa de su madre, y sin percatarse siquiera de su ausencia, se tendio en el piso de la sala con los brazos abiertos y dispuesta a recapitular su vida completa.
"Lo conoci muy poco", pensaba sin poder quitarse la frase de la mente. De no ser por su retrato de bodas, quizas habria olvidado ya la apariencia de su padre: Cenho demasiado fruncido, menton redondo, nariz larga y filosa, y canas finas y platinadas que comenzaban a entrar en su cabeza por los costados. 
Casi no tenia recuerdos concretos de el, pero recordaba con claridad la escena diaria en la que volvia del banco donde trabajaba y ella, junto con sus primas, salia corriendo en total silencio para no ser vistas, y asi permanecian hasta que todos despertaban de la siesta, sorteando inmoviles las horas mas aburridas del dia. No lo sabia a ciencia cierta, pero aquel sentido del humor tenza, frio, medido y lujoso de sus hermanos mayores le recordaba a su padre, quien, a pesar de haber sido un hombre serio y aburrido, cuando se le presentaba la oportunidad, hacia estallar de risa a los presentes con sus salidas crueles y sutiles. 
Adelita evito meterse a la ducha. Al igual que su madre, salio de su casa en pijamas, entro en la morada de la abuela sin buscarla ni percatarse de su ausencia, paso de largo a Lucia tumbada en la sala y se dirigio como un muerto vivo hacia la oficina, banhada en sudor. Alli encendio su computadora y se sumergio en esta como un ratoncito cibernetico hasta que encontro lo buscado: un metodo tibetano para dominar la sensacion de calor y asi poder morir cantando. Imprimio las instrucciones y volvio veloz a su habitacion para ponerlo en practica con las ventanas abiertas y "musica refrescante" de fondo. 
Peter Rau no logro sacarse la inquietud de la muerte en toda la noche, la tuvo presente en pesadillas y la prolongo hasta estar duchado, perfumado y vestido con su elegante y aparatoso traje de abogado. Recien entonces reparo en que estaba listo y que en la casa no se oian ruidos ni percibia el olor del desayuno que Lucia preparaba todos los dias.
Si Emilia Barbery hubiera sido madre de Peter Rau, quizas el hubiera reparado en la ausencia de la senhora, pero cuando entro en su casa rumbo a la oficina, solo tuvo ojos para el espectaculo demente de su esposa extendida en el suelo. 
_Mujer _dijo con imperiosidad_ Se te olvido que tenes un trabajo? Que haces en el piso? Que crees que es la vida?
No puedo trabajar mas _respondio ella con la vista fija en el techo_ en esa oficina siento que me voy a morir de calor.
_Como querras _grunho resignado_ pero te lo voy a descontar de tu sueldo. Siguio hasta su oficina tratando de mantener la calma, se sento en su escritorio, miro a su alrededor, respiro profundo y se levanto con una paciencia forzada para buscar a su hija. La encontro en su cuarto, sentada en la cama, con las piernas curzadas y los ojos cerrados. 
_Y esta nueva locura tuya, que se llama? _pregunto con ironia, sintiendose parte de una burla de la vida.
_Papa, trata de tranquilizarte _respondio su hija con su tono increible que lograba sonar serio a pesar de su aire de perdida total_ estoy meditando porque descubri que es la mejor forma de no sentir el calor, y pienso que, ya que los dos somos iguales, deberias intentar hacer lo mismo. 
_Realmente no se que tenes en la cabeza Adela _suspiro, mas decepcionado que resignado al descubrir que su hija, a quien siempre identifico con el mismo, habia adoptado una actitud tan identica a la de su madre_ te lo voy a descontar de tu sueldo.
Volvio a la oficina y comenzo a llamar a todos sus amigos del barrio y del colegio para, a las seis de la tarde, abandonar el sopor de la oficina y alistarse para una farra sin precedentes en la cual curaria el calor con cerveza hasta el amanecer.
Guillermo salio de su casa poco despues que su padre, con mucho perfume y el nerviosismo a flor de piel. Iba con rumbo a la casa de Rebeca, pues en vacaciones, no podria estar en otra parte. Sentia unas nauseas insoportables, producto de la pestilencia de los cadaveres animales, el calor insufrible y el terror abominable que le recorria el cuerpo desde el coccix hasta la nuca, y que le cosquilleaba hasta la conciencia.
Una rafaga ardiente y desmesurada que traia la arena de las calles sin asfaltar empezaba a chicotearle en la cara para hacerle la mision mas insoportable, la misma que amenazaba con llevarse el sombrero de Emilia Barbery y le enarenaba las pestanhas cuando llego a la oficina y domicilio del buen sobrino de don Osman Chavez.
Adelita llevaba muchas horas con la mente en blanco, quieta como estatua y liberada del calor, cuando un potente deseo de cafe retinto en su organismo le indico que ya era la hora del cafe. Salio entonces de su habitacion, tan acalorada e inquieta como siempre, al encuentro de la familia en la sala de la abuela. En ese preciso instante salio Peter Rau de su oficina, llegaron Emilia Barbey y Guillermo, y Lucia Suarez se incorporo para unirse a la reunion familiar, imperturbable a pesar del inminente final. 
Conversaron aquel dia, como si se tratase de un dia normal, de que este calor no se puede creer, ya nos vamos a morir y hasta ahora no hay visperas de lluvia; y que hace tres meses que no llueve y si no nos morimos de calor sera de hambre porque haca vez hay menos alimento; y otro replica que claro, como va a haber comida sin agua; y otro decia que como va a haber agua con este sol que todo lo seca.
Hablaban de la muerte con cierta ironia, para que sonara como un simple decir, pero no podian evitar desviar la vista para que no se les notara el escalofrio qye les producia mencionar tan abiertamente la causa que acabaria con sus vidas.
Peter Rau salio esa noche pasadas las diez, muy bien perfumado, entalcado y vestido con su guayabera de anho nuevo, con rumbo a la parranda que habia organizado en la casa de su mejor amigo. En ella encontro a los companheros que no veia desde el bachillerato, los del equipo de futbol, los de las travesuras del barrio y los de las serenatas, y se sintio tan alegre y tan vivo que no dudo de que esa fuera la mejor forma de esperar la muerte.
Chuparon y cantaron hasta el amanecer como si fueran todos hermanos, y cuando sono el despertador programado en el telefono de Peter Rau, pidio el favor de que alguien le ayudase a llegar a su casa, pues el habia olvidado hasta su nombre y la manera de andar. Durmio hasta que el estomago, bastante pasado el medio dia, empezo a quejarse, y luego de darle contento, sin siquiera escarmentar con la resaca, se metio en su oficina a planear el bailongo de aquella noche. 
Emilia Barbery partio esa manhana algo mas tarde que la anterior, con el proposito de desenterrar conflictos y ofensas enterradas hacian decadas para volver a pedir perdon. Quizas ella hubiera sido la unica que podria intuir el estado critico de enamoramiento del nieto, no solo porque por primera vez en mucho tiempo hacia algo dintinto a desperdiciarse con los videojuegos, sino por la carita de becerro abandonado con que salia a sufrir la potencia del sol y el recelo infranqueable de su amada, pero la realizacion de sus ultimos planes abarcaba toda su cabeza.
Fue su hermana quien conocio de su tragedia emocional, cuando Guillermo llamo a su puerta y la saco de su fresco estado de gracia para rogarle el favor de que le ensenhase a hacer flores de papel, pues serian las unicas en aquel pueblo devastado por el calor.
Lucia Suarez, quien pretendia una indiferencia cerril y no apartaba los ojos del techo, era conciente de los movimientos de cada uno de sus familiares. Y a pesar de parecer naufraga de sus nostalgias, ahora se angustiaba mas por el presente en el cual su orgullo y falta de ganas no la dejaban participar. Le fatigaba el encierro de la hija, la angustiaba el paradero del hijo que salia muy temprano y sin siquiera avisar, le preocupaba que su madre olvidara el camino a casa o fuera raptada por depravados, y sobre todo, la carcomia la ira que le producia el perfume del marido, el cual ni siquiera habia tenido la bondad de preguntar como estaba, ni avisarle hacia donde iba y por que volvia tan tarde.
En cuanto a su padre, no habia recordado mucho, pues no tenia que recordar. "Lo conoci muy poco", seguia repitiendose cuando llego el cafe de la siesta del tercer dia.
Volvio a hablar, a mencionar el tedio del calor -que aquel dia estaba peor que nunca- e incluso quiso darle un fuerte abrazo a todos, pero solo Guillermo se le acerco, quien parecia mas contento que nunca.
_Esos ojitos de canela yo me los conozco muy bien _le dijo Emilia Barbery en tono picaro.
_Es que es muy lindo el amor abuelita _respondio timido y sonrojado, pero luciendo una sonrisa gigante que lo delato ante la astuta mujer: le habia dado su primer beso a la chica de sus suenhos y pesadillas.
Emilia Barbery miro a todos muy complacida y los elogio diciendo lo lindos que eran y lo mucho que los queria, como lo habia hecho aquel dia con todos los que lo merecian. De pronto deseo cumplir con algun suenho furstrado, pero no encontro cual porque ya lo habia hecho todo. Entonces se sintio mas feliz que nunca y se dio cuenta de que podria morir con una sonrisa. Estaba completa.
Despues de las palabras de su abuela, Adelita se acabo de un trago su cafe, se paro y se fue velozmente a su habitacion para evitar desmoronarse de tristeza frente a ellos. Se tiro en su cama, mirando al techo con los brazos extendidos, y se puso a cantar entre sollozos, llorando a moco tendido por el temor que le producia su propia muerte. Cuando se dio cuenta de que sudaba sin remedio y que se habia olvidado de su metodo infalible, lloro tambien de rabia por el calor que la habia vuelto a invadir. Y asi lloro, ya sin cantar, hasta la hora de la noche en que por fin se durmio.
Lucia Suarez se retiro justo despues que Adelita, pues el brillo de una lagrima que encontro en sus ojos de almendra la lleno de pena, por lo que volvio al suelo, a su silencio y a la nostalgia. No quiso pensar en nadie mas, ni siquiera en su marido que salia por tercera noche consecutiva; se abandono a los recuerdos de la casa paterna como un naufrago. Vago gran parte de la noche, recorriendo la morada de Emilia Barbery y atesorando las reliquias de su infancia en su memoria, como si de esa forma se las pudiera llevar mas alla de la vida. Y asi se la paso hasta que se recosto en el sofa, vencida por el suenho de la hora mas oscura.
Peter Rau volvio a su casa, segun su celular, a las cuatro de la madrugada, sorprendido de no haber muerto aun. La conciencia no le era muy fiel en ese momento, razon por la cual entro a la casa de la suegra en vez de a la suya. Una brisa de cordura lo llevo a la conclusion de que moriria dormido, por lo que, cuando encontro a Lucia tendida en el sofa, se recosto a su lado y la abrazo como un ninho asustado. \
Cerca del amanecer, un estrepito que parecio la caida de un avion desperto a todos con la misma idea concreta: "Llego la muerte". Pero cuando sintieron la brisa fresca, la humedad y el murmuro inconfundible de las gotas de agua, supieron que no era el fin de la vida lo que habia llegado, sino la lluvia, y con ella, el fin del verano. 

La puerta esta un paso mas alla

Ayer escuchaste demasiadas porquerias, y las de hoy, son solo su repeticion. No existen dias mejores en el oscuro tunel que tenes que recorrer; no existen tragaluces, antorchas o ventanas, solo crueles ilusiones.
Y como ya no podias soportar las palabras que te rompian la cabeza, ese coro de sandeces que compone la gente sobervia, te acostaste en tu prision de mantas. 
Te volcaste sobre tu hombro izquierdo, presionando tu descascarado corazon, y te cubriste hasta las orejas para luchar contra el terror congenito de que algo maligno podria atacarte por la espalda. Puede suceder, tu edredon no es de hierro, pero tu pelea es contra tus propios miedos incorporeos. 
Ya te sentis segura, asumiste que nada malo sucede y que las lucesillas azules iluminan lo suficiente la habitacion, pero las voces en tu cabeza siguen ahi, atormentandote, haciendo galopar a tu corazon. 
Lo peor de todo, es que son las mismas palabras pronunciadas por las mismas personas que dia a dia te revientan los oidos. Y mientras mas cerca estas de cruzar el umbral, mas nitidas y fuertes suenan ellas, tus segadoras, tu muerte encapuchada. 
El corazon te late tan fuerte que comenzas a sentirlo omnipresente. Tamborilea tu estomago, tu cabeza, tus orejas, tus munhecas y la planta de tus pies. Tu sangre hace una coreografia tropical y lo unico que vos queres es suspender la secion, stand by. 
Ya casi llegas, ya no tenes pulso, no conciencia, no oidos para tu miedo al miedo. Casi estas alla, pero entonces la casa es la que te empieza a hablar: la madera cruje y los plasticos se dilatan, provocando sonidos de balazo que vuelven a perturbar tu triste tranquilidad.
Te rendiste: te despojaste de las frasadas acaloradoras, del terror patologico y de la frenetica necesidad de descansar. Dejaste de oprimir con tu cuerpo tu corazon y, como todos los dias a esta hora, te pusiste a mirar el techo mientas naufragas en tus elucubraciones. 
Sabes que solo estas en un tunel, que todo esto se va a acabar antes de lo pensado. Es un tunel de transicion y no podes escribir nada en sus paredes porque, quizas, por vil curiosidad, luego vas a querer volver a ver si tu marca sigue ahi. Y ahi va a seguir, al igual que vos, metida de nuevo en este camino bastardo. 
Asi que solo camina, derecho, derecho, y si la oscuridad te da miedo, cerra los ojos, pues es mejor la oscuridad conocida que la oscuridad por conocer.
Segui asi, solo un poco mas, que ya casi cruzas el umbral.