lunes, 31 de octubre de 2011

Catamaranes Terrestres

Tres pequeños autobuses nominados por unas alegres jovenzuelas como “catamaranes terrestres” se dirigían a un precioso complejo campestre con piscina y churrasquera. De dichos vehículos, eufóricos muchachos salían por las ventanas con latas de cerveza y sin polera, así como las chicas bailaban de pie, tratando de mantener el equilibrio o agarradas a los tubos de seguridad, mientras se repartían entre gritos y carcajadas la pequeña tapa del tequila.

Tal estado de emoción y desafuero podía deberse a una sola cosa: el último día de clases de los flamantes bachilleres del año. Exhibían una felicidad exagerada, tal como lo habían hecho toda la mañana, sin sospechar -o quizás temiendo- que se encontraban en la exacta línea divisoria que separaba la armonía hipócrita de la sobriedad de el caos veraz de la ebriedad.
Habían empezado su última jornada escolar con la clase de literatura, sacándose fotos, mostrándose entre sí sus artículos playeros y bromeando con la maestra sobre las botellas con que la retarían en la fiesta de graduación; ella se defendía pregonando con orgullo su frase victoriosa: "No le enseñarán a mamá mona a comer bananas verdes", mientras reía con ellos.
Durante los tres recreos, toda la promoción se reunió en la cancha para cantar abrazados como hermanos las canciones y porras con las que se identificaban, todos acogidos por la energía mística del trapo que llevaba pintado su nombre y que les daba el valor para, entre canto y canto, gritar improperios a todo pulmón. Luego, al sonar la campana que finalizaba con cada uno de los recreos, se agarraban de la cintura y formaban un interminable trenecito que recorría de arriba a abajo el colegio y pasaba por delante de las directoras, quienes se escandalizaban por la ligereza de los versos que oían.
Finalizaron la alegre mañana con la clase de inglés, y a pesar de que habían peleado durante todo el año con el profesor que la impartía, aquel día en particular decidieron hacer las paces y continuar la fiesta, incluyéndolo a él como camarógrafo oficial. La última hora y media de la jornada escolar transcurrió entre fotografías, filmaciones y más cantos, esta vez acompañados por una guitarra, hasta que apareció la regente atraída por el desorden, quien, al hacer una súbita entrada, impuso un silencio glaciar que se derritió luego de haber decomisado cuatro celulares y dos cámaras fotográficas.
A pesar del infortunio, cuando la gloriosa campana final repicó en todo el recinto, los cientos de estudiantes salieron en tropel a adueñarse de la calle. La promoción, aprovechando el privilegio de ser los más importantes, contrataron a la banda y se asentaron en la acera de enfrente a bailar y gozar con bombos y trompetas. No paraban de reír, cosquilleados por las caras sepulcrales de la regente, la tutora y las directoras que los miraban desde el colegio como gárgolas en una catedral. Todo era color de rosas ese día, y lo fue aún más con la tan ansiada llegada de los autobuses que los llevarían a la villa de la diversión.
Recorrieron veintidós kilómetros en media hora y en ningún momento dejaron de reír, bailar y corear las canciones de moda. Llegaron al establecimiento como puercos al lodazal, y luego de bajar sus cuerpos y con ellos, los fardos de cerveza y las botellas de ron y tequila, asaltaron los baños, desesperados por el calor y las ganas de beber en la piscina. A razón de que el curso estaba conformado por cincuenta mujeres y veinte hombres, y tomando en cuenta la fraternal confianza que se tenían, las chicas terminaron metidas en el baño de los varones, apurándolos a salir y haciendo posesión también de este, pues un baño no era suficiente para abastecer la prisa de aquellos adolescentes.
Las bebidas empezaron a circular con más fluidez, de modo que para la hora del almuerzo, varios habían dejado de hacerse responsables de sus acciones. El alcohol empezaba a hacer efecto en la sangre de los jovenzuelos, primero alegrándolos, luego despojándolos de su diplomática hipocresía, por lo cual, hacia el final de la tarde, todos se habían podido mostrar tal cual eran.
Un alma solitaria, parada en el borde de la piscina con un baso de soda con tequila e investida de toda su soledad observaba la escena con una percepción sobrehumana tal, que podía sentir que leía sus mentes.
En un rincón, un muchacho igual de solitario peleaba contra su propio desamparo mientras seducía a una chica a la que jamás se acercaría en sobriedad. Por otro lado, un poco a lo lejos, tres señoritas que no habían probado el etílico elemento observaban el cielo ignorantes de la situación, aunque en el fondo podían calcular que no todo estaba tan bien como en la mañana. En otra dirección, dos amigos de toda la vida eran retenidos por otros dos, estos últimos, tratando de evitar que entre los primeros haya una confrontación bélica a causa de un par de románticas compañeras de sentimientos confundidos. En otro lugar, las muchachas más alegres de la fiesta bailaban descalzas sobre vidrios rotos, mientras por otro lado, dos compañeros ayudaban a caminar a un tercero, guiándolo justo delante de la chica que lo observaba todo, donde se desarrollaría el más bochornoso de los conflictos.
Cuando el semi inconsciente joven se paró a metro y medio de la silenciosa jovencita, y como si el lugar estuviese marcado por una cruz invisible, otra sulfurada compañera apareció de la nada gritándole que era un desgraciado, que le había pegado a su amiga. Y como ninguno de los dos disponía de la capacidad motriz de reaccionar, el chico siguió su camino en brazos de sus amigos, mientras que la chica seguía gritando a los cuatro vientos que aquel maldito había golpeado a su amiga.
La chica que todo lo observaba descubrió entonces, detrás de la piscina, a la violentada muchacha, rodeada esta de jovencitas que trataban de consolar su incontenible llanto hediondo a alcohol. La primera no tuvo ganas de indagar sobre lo sucedido, así que se puso a caminar sin rumbo hasta toparse con sus amigas. De haber sido por ella, habría seguido su camino en soledad, investida por la sinceridad infranqueable de su bebida, pero al ser encontrada por aquel feliz y tranquilo grupo de señoritas, fue acompañada por ellas en su melancolía hasta que llegaron a recogerla de ese carnaval.
En los siguientes días, ella suponía, todos se refugiarían en la infalible excusa del olvido; e incluso los de la memoria más resistente actuarían como si hubiesen sido víctimas de la amnesia. El hipócrita protocolo se restituiría y el bachillerato de aquel año seguiría teniéndose un trato cariñoso y fraternal, a pesar de que las habladurías entre pequeños grupos de amigos con respecto al tema serían un caso de tiempo prolongado.
El cinismo inundaría cada diálogo y gesto que tuvieran entre ellos y el rencor carcomería sus corazones hasta que -en la siguiente fiesta- la sinceridad saliera a flote, nutrida de peleas y golpes.

Diálogo con mi vecino

_Ya han pasado 4 semanas de sobriedad para mí, y la verdad, ahora todo mi mundo está claro. Ciertamente, no entiendo por qué vos te empeñás en ver las cosas cada vez más difusas, si la realidad trae la verdadera tranquilidad para el alma. ¿Qué sentido tiene ver todo al revés?
_Lo que pasa, querida vecina, es que la realidad me tiene profundamente decepcionado… a propósito, ¿cuándo dejó de estar sobria?
_Hace exactamente una año, nueve meses y dos semanas.
_ ¿A causa de qué?
_ Del capitán, vecino, el capitán me tenía loca, embobada. Él fue, por todo ese tiempo, mi droga, mi locura, mi sedante, mi ladrón de la alegría a cambio de una falsa felicidad. Por suerte para mí, por fin pude dejarlo.
_ ¡¿Lo dejó?! ¿Por qué no me enteré?
_ Porque creí que vos ya no querrías hablar conmigo jamás, prueba de ello es que te hayás ido a la capital sin siquiera avisarle a tu buena vecina.
_ No habrá creído usted que me fui para siempre, ¿verdad?
_Claro que lo creí, por eso mi sorpresa, pero me alegra ver que tuviste la bondad de volver para despedirte antes de partir, ahora sí, para siempre.
_ Nunca es para siempre vecina. Voy a venir un fin de semana de cada mes para visitar a mi familia, y cuando me canse de la gran ciudad, me mudaré a otra para crecer con mi arte.
_ El hermoso sueño de viajar… creo es un deseo colectivo y sería realmente bueno que lo podás realizar mientras nada te tenga atado a ninguna tierra, mas creo que tu atadura está empezando a forjarse justo enfrente de tu nariz.
_ ¿Mi nariz? ¿Qué hay frente a mi nariz?... no se referirá a esta botella, ¿cierto?
_ ¿A qué más podría referirme, vecino? No creerás que intento insinuarte que yo podría ser tu más delirante razón para quedarte amarrado a algún suelo. No, por supuesto que me refiero a tu licor de menta.
_No me malinterprete vecina, aunque usted no lo crea, esta es la primera botella que compro yo mismo.
_Entonces todo lo demás te lo han invitado, ¿ves?, ya sabía yo que esa gente de ciudad te estaba contaminado. Me decepcionás vecino, tantos años de genialidad en tu juventud para acabar dependiendo de un estupefaciente que te permita escribir unos cuantos versos light en un café de media luz, mientras un grupo de sofistas interpretan canciones de Sabina a tu alrededor.
_No es tanto así vecina, en el café es imposible escribir. Sin embargo, aprovecho cualquier otro espacio de paz para llenar de versos las hojas de este cuaderno.
_Disculpá un momento mientras uso la licuadora, vecino, hace mucha bulla.

_Mire, aquí encontré uno que le podría gustar:

Libre al fin de todo lo permitido
Consumido el tiempo de negar su error
El caliente trago que suplió al abrigo
Por unos segundos a costa del dolor

Lamento decirte que todo es mentira
No me hagas caso, es que no soy yo
Es este demonio que en mi mente vaga
A veces se enoja y toma el control

Entonces maldigo a quien se me acerque
O violo mujeres en mi imaginación
Gasto más monedas en tragos baratos
Y voy por la calle sintiéndome Dios

También tengo amigos en algunos bares
Ellos beben whisky y me invitan ron
Se escucha Sabina hasta hacerse tarde
Y su verso es mi cama al salir el sol

Estando yo solo ya nadie me mira
Y siendo yo mismo, ya nadie soy
Por eso hay momentos en que el diablo me invita
A volverme loco y con él me voy

Pierde cuidado, no he matado a nadie
Y si he robado, nadie se enteró
Si sigo viviendo, será porque algo vale
Mi vida en la calle, tal vez, para Dios.

_Los sueños… los tan nombrados sueños. Los sueños son los huéspedes infieles de la imaginación. Vienen por un momento para darnos miedo o ilusión y justo cuando hemos comenzado a disfrutarlo, cuando este llega a su clímax, se disuelve de golpe dejando nada más que su estela opaca en la memoria. La imaginación, en cambio, es una verdadera aliada. Los objetos de la imaginación pueden durar tanto cuanto sea necesario, uno los fabrica a voluntad y si estos se convierten en ideas geniales, ellos mismos se hacen constructores. Con solo imaginarse un suceso, una persona puede llegar a llorar por este, puede emocionarse, reír o simplemente tomar la inmaculada materia imaginaria y convertirla en la más sublime creación artística jamás imaginable…
_Su cocina, querida vecina, va a ser muy famosa dentro de algunos años. Tal vez, incluso venga la prensa y yo podré decir que estuve aquí en sus inicios.
_No lo creo, vecino, no pienso dedicarme a esto. Solo quiero reunir el dinero suficiente para, en unos meses, poder viajar a la gran y lejana ciudad para ver actuar al que es mi cantautor favorito desde que tengo uso de razón.
_Entonces, ¿a qué planea dedicarse?
_ ¿Sabés?, probablemente una de las mejores cosas de mi sobriedad es que finalmente descubrí lo que quiero hacer por el resto de mi vida… Vecino, estoy esperando su pregunta…
_ ¿Mi pregunta? Ah! Sí, ¿cuál es su cantautor favorito?... No, hablando enserio vecina, disculpe mi falta de modales, soy un verdadero distraído. ¿Qué va a hacer con su vida?
_Voy a estar rodeada de músicos. Sí, eso es lo que voy a hacer con mi vida. Ya sea de forma amorosa, amistosa o laboral, voy a estar rodeada de músicos, buenos músicos, a pesar de que yo no llegue a ser más que una aficionada en la materia.
_Y como planea…
_ Pienso estudiar diseño de interiores; más específicamente, mi meta es diseñar escenarios para conciertos.
_ ¡Vaya! Esa sí que es una excelente idea. Dentro de poco, cuando haya grabado mi disco, le llamaré para que diseñe el escenario en el cual lo estrenaré, para así probar la calidad de su trabajo.
_Espero que eso sea en muchos años, no olvidés que aún soy una chiquilla con poco y ningún conocimiento en la profesión.
_Bueno, en realidad no pretendo tardar tanto. Quisiera lanzar mi disco y publicar mi poemario para poder seguir hacia otra ciudad. Hablando de eso… ¿usted cree que el capitán querría ayudarme con las guitarras en la fase de grabación?
_ Bien sabés vos lo claro que fue al decir que no te atrevieras a volverle a hablar, pero creo que tratándose de música, podría reconsiderar su posición.
_Espero que sí, por eso intentaré llamarlo, aunque sospecho que al principio ni siquiera va a querer escucharme; ofreceré pagarle el pasaje, la estadía y todo con tal que me ayude, pero lo necesito.
_Y más le vale aceptar, vecino, ustedes dos juntos son el dúo dinámico de la música, la vieja banda es una clara muestra de su genialidad.
_Es verdad, esa vieja banda es probablemente la mejor banda de rock progresivo que tuvo y tendrá este país… No, quizás sí hubo una mejor banda pero no la conocí… mire, vecina, si su banda no ha grabado material y lo ha dejado al menos en el conciente colectivo de un grupo de personas, entonces no es nadie. Cenizas fue un eterno progresar, el reflejo de un grupo de adolescentes creciendo, pero lo único que hemos dejado en la conciencia no cumple los requisitos para considerarse como rock progresivo.  
_ Pero a pesar de eso, yo recuerdo varios de sus temas largos, grabados con cámaras o celulares en tocadas eventuales. Eran realmente buenos, como ese que tiene una parte que me encanta, aunque nunca conocí la letra porque la grabación es pésima y no se entiende nada; dura menos de diez segundos y no se repite en toda la canción, pero su ritmo tiene mucha fuerza.
_ Lentamente van cayendo
  Como hojas, las gotas de amor
  Y se esconden los que hieren
  Frente a mi está muriendo un ángel
  Van muriendo a solas nombrando a Dios.
_ ¡Esa misma! ¡Cómo amo esa canción!
_ Ahora que lo pienso, mis viejas canciones eran mucho más jugadas, es decir… ¡Qué era eso! Escribía lo primero que se me venía a la mente y salía algo abstracto, sombrío y genial.
_ Y sin ningún tipo de sustancia de dudosa constitución…
_ Sabe, vecina, el otro día un sujeto me dijo que cada vez que me recordaba, se le venía a la mente la frase “pensando en ti”, y es que en todas mis canciones hay alguien, ya sea mi compañera ideal o mi pasado, pero creo que hasta ahora no la encuentro… ¿Recuerda lo que me dijo cuando llegué a su casa?
_ ¿Cuándo llegaste?... ¡Oh! Sí. Que no iba a hacer ningún enunciado, me reduciría solo a preguntar.
_Bueno, pues ya ha dicho demasiados enunciados y ninguna pregunta.
_Y sí, me di cuenta que no vale la pena preguntar porque vos nunca respondés nada claro, pretendés confundirme y ocultar todo con frases poéticas.
_Pregunte, vecina, le prometo que voy a contestarle con claridad, pero pregunte ya.
_ ¿Por qué te fuiste a la capital?
_Porque estaba buscando un lugar donde pudiera grabar mi disco a quince dólares por canción, publicar un poemario y que haya un número medianamente bueno de personas que los compren.
_ ¿Eso buscabas? Porque yo aquí conozco a un tipo que cobra solo noventa pesos por canción y hace excelentes grabaciones.
_ ¡¿Por qué no me dijo eso antes?! ¿Quién es ese sujeto? ¿Por qué no lo conozco?
_ Todos lo conocen vecino, además, nunca preguntaste y no creí que tu razón para irte fuera tan vana y ligera.
_ Bueno, debo admitir que al principio me movió la ilusión de haber encontrado al amor de mi vida, pero al conocerla mejor me di cuenta que es demasiado diferente a mí y ahora ella ni siquiera existe.
_ ¿Resultó ser igual que tu pasado? ¿Así de cuadrada y formal?
_ No, mi pasado es muy, muy conservadora y posesiva. Era una persona sin experiencia, una niña cuando la conocí; la vi crecer y cambiar mucho, por eso aún tengo un vínculo con ella que no sé hasta cuándo durará, pero se trata solo de un cariño fraternal. Mi chica capitalense, en cambio, es una persona que ya había crecido, no era madura pero ya tenía algo de experiencia. Ella representa una relación, si bien no prohibida –lo cual yo le expliqué- pero sí muy difícil, y esta es la primera vez que se lo voy a decir: porque mi chica capitalense es en realidad mi sobrina en quinto grado.
_ ¿En quinto grado?
_ Sí, es la hija de mi prima hermana.
_ ¡Pero eso no es quinto grado!
_ Se lo explico, vecina, no sé por qué pero avancé esto en mi carrera, en derecho civil 1. De usted a su padre es un primer grado, de su padre a su abuelo es un segundo grado, de su abuelo a su tío –hermano de su padre- es un tercer grado, de su tío a su primo hermano es un cuarto grado, y su sobrino vendría a estar en el quinto grado, es ahí donde está ella.
_Entonces es como si yo tuviera un primo de 50 –cosa que es raro porque el mayor llega solo a 32- entonces tiene un hijo casi de mi edad y… ¡qué aberración!
_ Admito que es algo jocoso, pero ahí estaba la chispa de esa relación, porque aunque no era legalmente prohibido, ni religiosamente prohibido –cosa que fue graciosa porque se lo tuve que demostrar; le hable sobre el derecho canónico y todo eso para convencerla, porque estaba un poco preocupada- al final, cuando terminó conmigo, fue su excusa. Básicamente le incomodaba la presión que ejercía toda la familia porque nos veían mal y… bueno, eso no fue lo único. Pensábamos de formas muy distintas, ella es una persona muy sentimental y estaba en total desacuerdo con mi concepción del amor, decía que era muy fría y que el amor es un sentimiento enorme y poderoso que te lleva a hacer buenas cosas por los demás. Además es bailarina, no del tipo de chicas que van a perrear, sino literalmente una bailarina semiprofesional. Eran demasiadas diferencias por las cuales finalmente decidió dejarme para no tener más problemas.
_ Y pensar que encontraste a una chica exactamente igual a vos…
_ A todo esto, ¿por qué esa pregunta, vecina?
_ Porque fue lo primero que se me vino a la cabeza. Quizás, si no me hubieras presionado para que te pregunte rápido, yo hubiese podido pensar en una mejor pregunta.
_ ¿Le parece que estas son suficientes frutillas?
_ Puede ser… de todas formas, cortá unas cuantas más. Vos te desapareciste vecino, te fuiste y no me llamaste nunca más. Al parecer te tomaste muy enserio las palabras del capitán, porque a mi amiga gitana si la llamás.
_ ¡Es porque ella me llama todos los días! Mire…
_ Solo veo tres llamadas perdidas en la última semana, vecino…
_ Bueno, pero yo de usted no recibo ni la más mínima señal.
_ ¿Hasta cuando te quedás en el poblao?
_ Hasta que tenga los papeles necesarios para empezar a tramitar mi título en provisión nacional, lo cual podría retrasar por tiempo indefinido…
_ Entonces visitame de nuevo para que te invite un postre, ya que este está vendido. Por cierto, ¡muchas gracias por la ayuda!
_ No hay de qué, vecina, ¿Qué le parece un cheesecake de oreo? Para rememorar un poco la infancia. Yo pongo las galletas y para la próxima, se lo pido, póngame a trabajar como esclavo negro.
_ Entonces así quedamos vecino, un cheesecake de oreo y otra agradable conversación para la próxima que tengás el gusto de visitarme aquí, en Canterville.

domingo, 30 de octubre de 2011

Reflexiones en el recreo

¿Por qué malgastar estas páginas preciadas con un trabajo forzado? El piso está demasiado resvaloso y no dejan de pasar los zapatos de personas que no se detienen a mirar a la muchacha que desde abajo escribe estas líneas.
Ahí va otro par de zapatos, todos tan diferentes, pero tan típicos a la vez... al fin y al cabo, todos terminamos calzando igual que los demás, pues estamos eternamente atados a ellos por la cadena de hierro de la moda. No se trata tanto de los códigos neuronales que vienen ocultos en los comerciales, ni el hecho de que los famosos usen las prendas que se nos ofrecen; se trata más bien de que estamos rodeados por una monotonía infranqueable. Todos lo que el mercado nos ofrece es una repetición al infinito de lo que el resto de los humanos usarán durante la temporada, o el año, o la década.
Pero, así de acorralados como estamos con las tendencias impuestas, no nos atrevemos a incurcionar en los campos de lo totalmente inédito, pues no soportaríamos el pavor de no lograr ser iguales a ninguna otra persona; no podríamos lidiar con aquella falta de consuelo que nos daba el justificar nuestra apariencia -por excéntrica que fuera-, comparándola con la de alguien más. Las miradas de reproche, y acaso de asco, de todas las personas que observan cómo hacemos el ridículo tratando de ser únicos nos torturarían hasta las lágrimas y nos harían volver sin pensarlo a la moda cotidiana.
A fin de cuentas, normales o anormales, todos formamos parte de una sociedad que nos proteje, justifica y acoge, porque si entre todos lo hacemos, si entre todos nos apoyamos y nos damos el ejemplo, entonces no importa que digan ellos, pues ellos, por distintos que sean de nosotros, son en realidad iguales.

La bienvenida

Bienvenidos sean todos a mi primer blog, un espacio que, al igual que la mayoría de ustedes, hice para compartir con los cibernautas aquello que me hace especial en el medio social.
En mi caso, la idea es publicar mis cuentos, ensayos cortos y quizás alguna novela mía por capítulos, pero basta de formalidades, entremos en confianza.
No es que las cosas en este blog vayan a ser informales, pero tampoco quisiera comunicarme como si escribiese una carta para un juez... bueno... creo que las palabras introductorias sobran, así que simplemente los dejo con mi primera entrada, una serie de ideas voladoras que tuve la suerte de archivar por escrito durante los 15 minutos que duran los recesos en mi escuela.
Espero les gusten mucho mis escrito y comenten, sobre todo si tienen sugerencias, críticas o simplemente quieren mandarme a la..., estaré feliz de leerlo ^^.